NO HAY QUE ESPERAR UNA VIDA MEJOR PARA SER FELICES
19 de febrero de 2021 / Centro Médico Creu Groga
No podemos vivir esperando que todo cambie.
Tal y como está todo a nuestro alrededor, no podemos esperar a que las circunstancias sean diferentes para sentirnos mejor.
Ponemos mucho esfuerzo y rabia intentando cambiar muchas cosas que no dependen de nosotros. Nos dejamos la piel y la esperanza y a menudo nada pasa o no pasa como queremos porque en la vida hay muchas cosas que no están bajo nuestro control. Lo tenemos que aceptar, aunque sea injusto y a veces doloroso.
No elegimos lo que pasa, pero si podemos decidir cómo verlo y percibirlo. Aunque a veces, se hace muy pesado. Y no me refiero a verlo todo de color rosa en una especie de experimento mental naïf, sino a percibir que encontraremos las herramientas necesarias para salir adelante y, si es necesario, pedir ayuda.
La situación que vivimos actualmente nos empuja día a día a una especie de subsistencia complicada, en la que casi no sabemos hacia dónde tirar. Nos sentimos inmersos en una ruleta rusa, viviendo en un tiempo de descuento desconcertante. Miramos las noticias y entramos en una especie de maraña de pensamientos repetidos, día tras día, sin parar. Todo es negro y parece que al final del túnel no hay luz. No encontramos soluciones y seguimos dando vueltas a las mismas ideas sin parar de pensar como quien da vueltas en una noria de la que no puede bajar. Y lo que pensamos se convierte en lo que hacemos, lo que sentimos, lo que vivimos, lo que conforma nuestra vida. Nos da tanto miedo el miedo que vivimos siempre en una especie de sala de espera a que nos llegue el turno. No podemos vivir en un realidad que hoy por hoy no existe y no nos podemos permitir el lujo de esperar a ser felices cuando todo sea diferente … No podemos desperdiciar la vida que tenemos ahora esperando su otra mejor.
«Cuando todo termine. Cuando haga buen tiempo. Cuando pagamos más cómodamente las facturas … Cuando las cosas vayan mejor … » Y la vida pasa. Los meses pasan y las horas se nos van de las manos. Cuando nada cambia fuera, es cuando más tenemos que cambiar por dentro. Sin urgencia, con toda la compasión que merecemos. Sin reproches ni culpas. Con miedo, como siempre, porque el miedo está y no va de baja, pero aprendemos a verlo venir y abrazarlo. Tal como abarcan esta incertidumbre de cada día desde el desayuno hasta que cerramos los ojos cuando estamos en la cama. Sólo nos queda agradecer el momento, el gesto, la vida. Disfrutarla como nunca por los que no pueden o ya no están. Observar nuestros pensamientos y entrenarnos para estar cómodos con nosotros mismos. No para utilizar aquellas frases de las tazas que te invitan a sonreír pase lo que pase, no es necesario. Nuestra miedo y nuestra tristeza deben ser atendidas y sentidas. Pero podemos aprender a pensar menos y mejor y sobre todo ha pensar bien de nosotros … Ser positivo no es engañarse pensando que todo irá bien, es creer en uno mismo y la capacidad de salir adelante. Es decidir quererse y respetarse por encima de todo. Es perdonarse cuando no lo sabes hacer mejor. Es decidir vivir como si todo fuera nuevo y al mismo tiempo a punto de acabarse. Es cambiar nuestra percepción y escoger que podemos aprender de todo lo que encontramos por el camino y darle la vuelta. No es fácil, pero a la vez es sencillo. Es una decisión contracorriente de este mundo que cada día te invita a vivir con miedo y huir de la vida. Es escoger la vida ahora y no esperar a que nada cambie para hacer felices. O por lo menos, acariciar pequeños momentos de paz con las personas que queremos …
Artículo cedido por Mercè Roura, especialista en coaching del centro médico Creu Groga