Recién nacidos y lactantes:

El mismo parto es la primera causa de tensiones craneales. Un parto difícil, corto, largo, estancado, intervenido (instrumentalizado, provocado, acelerado, cesaría)…, aumentan las posibilidades de provocar tensiones al bebé.

La osteopatía puede ayudar a resolver estas tensiones que en el bebé muchas veces se manifiestan como: alteración del sueño (dormir poco o mal), se pone tenso o rígido sin motivo aparente, no le gusta que le toquen alguna parte del cuerpo (ninguna , cuello, espalda..), llora cada vez que se le toca la cabeza, respira mal o con dificultad por la nariz, tiene regurgitaciones o dificultad al tragar, duerme demasiado durante el día y noche…,

Muchos bebés nacen con deformaciones craneales debido al paso por el canal del parto, normalmente éstas se resuelven solas de forma espontánea a medida que pasan los días e inician las funciones de succión, llanto, movimiento… Aun así, a veces esta resolución puede ser incompleta, especialmente en estas partes más difíciles o instrumentalizadas.

Estas tensiones craneales y cervicales aparte de las manifestaciones antes explicadas pueden conducir a asimetrías de la boca, creando trastornos de succión, y como consecuencia influir en la erupción de los dientes o provocar malformaciones en las arcadas dentales. Una succión alterada podrá acondicionar a una ingesta de aire durante la presa, pudiendo provocar regurgitaciones, gases, malestar, cólicos recurrentes, alteraciones en el tránsito intestinal del bebé y una mala instauración de la lactancia materna.

Son estos motivos los que hacen importante la valoración y el tratamiento osteopático durante la primera infancia.
Se utilizan técnicas estructurales y funcionales en las que se ejerce una serie de presiones muy suaves como tratamiento y resolver tensiones en el bebé.

El tratamiento osteopático por los cólicos tiene muy buenos resultados. Si además sumamos un buen asesoramiento para mejorar la postura y la toma «agarre» los resultados se verán desde la primera sesión con un bebé más tranquilo.

Niños

Pasada la etapa de 0-3 años, es importante seguir haciendo un seguimiento en lo que se refiere al desarrollo psicomotor, habilidades motrices, dificultades o alteraciones posturales que a menudo padres pueden explicar. Al llegar a los 6-7 años las técnicas que se utilizan son muy parecidas a las utilizadas con los adultos. Estamos en un proceso de crecimiento y es muy importante realizar un seguimiento para evitar posibles alteraciones posturales y estructurales.
Valorar la postura, asimetrías en las extremidades, dificultades en el deporte, molestias que nos explica… serán puntos clave a tener en cuenta en la exploración y en el tratamiento del niño.